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20/1/11

La dama y el gato

Gabriel Lara Klahr

Para ella yo era en mí mismo un poema.

Mis ojos eran versos,

Mi nariz una sátira,

Decía que eran pestañas mis arañas,

Pero sobre todo, ella amaba a los gatos,

A mí me amaba,

A pesar de que yo era un ingrato,

Sólo la admiraba, sólo la veía hermosa como una virgen rusa,

Pero mi timidez, mi hipersensibilidad e impotencia

me hacían retraerme.

¿Por qué no me di cuenta de que ahí estaba?

Sabía que estaba ahí, pero no me di cuenta,

Creí que siempre estaría, todos lo creímos,

¿Cómo podía no estar, si ella era

última en reír siempre?

Todas sus cosas y sucesos eran demasiado extravagantes,

demasiado originales, demasiado niños

pero también demasiado naturales.

Ella era como la madre de Jesús

que parió

mientras iba al censo:

muy formal.

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El autor

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Localidad: Tierra, Región: Vía Láctea, Mexico
Pasante de la universidad de la vida, realiza estudios en ocio creativo y aplanado de calles y caminos con maestros como el profesor emérito Papirolas, el artista callejero Llanero Solitito y el padre Chinchachoma, protector de los niños de la calle. También le han dejado grandes enseñanzas los trotamundos argentinos denominados crotos en honor al gobernante de apellido Crotto, que permitió a los vagabundos viajar en los trenes sin pagar boleto. Los crotos proponen para mejorar la sociedad, entre otras cosas, volver al trueque, lograr que el trabajo sea creativo y edificante para los individuos, caminar o utilizar vehículos que no contaminan, como la bicicleta; en vez de vivir para acumular, traer a cuestas únicamente lo que se pueda cargar en una mochila; en síntesis, sustituir el ser por el tener. En su formación también ha recibido influencia de los anarquistas y socialistas utópicos, de los beatniks estadunidenses como Jack Kerouac, de los jipis promotores del amor y la paz, y de trovadores como José Alfredo Jiménez, Bob Dylan, Chavela Vargas, Rockdrigo González, Joaquín Sabina y José Cruz.

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