Las ofrendas florales ya invadían la casa del difunto. Los amigos, familiares y conocidos se arremolinaban en torno al féretro. Sin duda era más popular en esos momentos que antes, cuando se quejaba con su esposa de que nadie los visitaba. En cambio ahora no faltaba nadie: hijos, nueras, yernos, nietos, hermanos, sobrinos, cuñados, amigos, vecinos, gorrones y un etcétera tan largo como la fila de gente que avanzaba hacia la mesa pletórica de pan, café negro, atole, ollas con todo tipo de guisados, tortillas calientes, salsas, que como por arte de magia aparecieron en cuanto el “difuntito” estuvo debidamente acomodado en su féretro en el centro de la sala, donde presidía la reunión asomado a la ventanita implacablemente peinado, maquillado y con traje nuevo. Como nunca, fue el foco de atención durante el largo rosario, pero terminados los rezos poco a poco la concurrencia se fue dispersando por la casa. Se formaron grupos de dolientes cuyo semblante se iba relajando al reencontrarse amigos y familiares que hacía años no se veían. Había tanto de qué conversar, y más con el efecto del ron que pronto comenzó a circular. Entre las pláticas no tardaron en surgir las anécdotas, y de ahí las risas, que se convirtieron en carcajadas hasta dar paso a lo que en este pueblo se da en llamar la “fiesta fría” en que se tornan los velorios. Sólo un asistente, ya pasado de copas, permanecía al lado del féretro, como platicando con el principal protagonista. La escena terminó por intrigar a los más cercanos, sobre todo porque nadie pudo identificar al hombre. La viuda se acercó, y alcanzó a escuchar lo que el individuo repetía a cada trago, moviendo la cabeza en ademán de tristeza:
-No somos nada… -No somos nada…
-¿Eran amigos? –quiso consolarlo la mujer.
El desconocido respondió:
-¿No me escuchó? No somos nada, no lo conocía…
*Inspirado en un cuento de dominio popular en Veracruz
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El autor

- Croto
- Localidad: Tierra, Región: Vía Láctea, Mexico
- Pasante de la universidad de la vida, realiza estudios en ocio creativo y aplanado de calles y caminos con maestros como el profesor emérito Papirolas, el artista callejero Llanero Solitito y el padre Chinchachoma, protector de los niños de la calle. También le han dejado grandes enseñanzas los trotamundos argentinos denominados crotos en honor al gobernante de apellido Crotto, que permitió a los vagabundos viajar en los trenes sin pagar boleto. Los crotos proponen para mejorar la sociedad, entre otras cosas, volver al trueque, lograr que el trabajo sea creativo y edificante para los individuos, caminar o utilizar vehículos que no contaminan, como la bicicleta; en vez de vivir para acumular, traer a cuestas únicamente lo que se pueda cargar en una mochila; en síntesis, sustituir el ser por el tener. En su formación también ha recibido influencia de los anarquistas y socialistas utópicos, de los beatniks estadunidenses como Jack Kerouac, de los jipis promotores del amor y la paz, y de trovadores como José Alfredo Jiménez, Bob Dylan, Chavela Vargas, Rockdrigo González, Joaquín Sabina y José Cruz.
1 comentario:
jajajajajajaja, muy bueno, hermano, gracias por recordarnos esos momentos
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